Translate

jueves, 10 de abril de 2014

Muertes históricas causadas por vectores

EditorialOpinión Comentarios5
Dr. Oscar Flores Torres
Dr. Óscar Flores
(Director del Centro de Estudios Históricos de la UDEM)
Esta semana destacó en todos los medios de comunicación la nota de que el Día Mundial de la Salud se instituyó el 7 de abril de cada año, para recordar el aniversario de la fundación de la Organización Mundial de la Salud hace 66 años.
Por ello, todos los años se elige un tema relacionado con un área prioritaria de la salud pública y este año se dedicó el día a destacar el combate a las enfermedades transmitidas por vectores.
Entre los personajes históricos que se presume murieron por enfermedades vectoriales podemos mencionar a los siguientes: Lord Byron, Alejandro Magno, San Agustín, Genghis Khan, Vespasiano, Dante, Cristóbal Colón, Vasco de Gama y George Washington.
En Chile, científicos tienen información que apunta a que la “enfermedad de Chagas” estuvo presente mucho antes de la conquista europea y de la construcción de viviendas de adobe.
El paludismo, conocido también como malaria, es una enfermedad infecciosa que se conoce desde la antigüedad. Se pensaba que esta enfermedad era producida por los efluvios venenosos que emanaban del suelo y de las zonas pantanosas, y hasta por agentes que desplazaban por el aire, pero en 1881 Laveran descubrió que el paludismo era producido por un parásito protozoario (hemtozoario): el plasmodium malariae.
Pero, estimado lector(a), usted se preguntará ¿que son los vectores y las enfermedades vectoriales?
Los vectores son organismos que transmiten patógenos de una persona (o animal) infectada a otra. Las enfermedades vectoriales son las causadas por estos patógenos en el ser humano, y generalmente son más frecuentes en zonas tropicales y lugares con problemas de acceso al agua potable y al saneamiento. Uno de estos lugares es México.
Se calcula que la enfermedad vectorial más mortífera (el paludismo) causó más de 600 mil muertes en 2010, la mayoría en niños africanos.
No obstante, la enfermedad de este tipo con mayor crecimiento en el mundo es el dengue, cuya incidencia se ha multiplicado por 30 en los últimos 50 años. En buena medida los avances en la transportación y el movimiento migratorio han contribuido en su expansión. En efecto, la globalización del comercio y los viajes, la urbanización y el cambio climático, están teniendo gran impacto en la transmisión de estas enfermedades y haciendo que aparezcan en países en los que antes no existían.
En los últimos años, el renovado compromiso de los ministerios de salud y de las iniciativas sanitarias regionales y mundiales (con el apoyo de fundaciones, organizaciones no gubernamentales, el sector privado y la comunidad científica) ha ayudado a reducir las tasas de incidencia y mortalidad de algunas de estas enfermedades.
El Día Mundial de la Salud en este año de 2014 se centrará en algunos de los vectores más conocidos, como los mosquitos, los flebótomos (del griego phlebos que es vena y tomos, cortar), las chinches o las garrapatas responsables de la transmisión de una amplia gama de patógenos que afectan al ser humano o a los animales. Los mosquitos, por ejemplo, transmiten no solo el paludismo y el dengue, sino también la “filariasis linfática”, la “encefalitis japonesa” y la fiebre amarilla.
¿Cómo podemos protegernos contra las enfermedades trasmitidas por vectores? El objetivo de la campaña consiste en aumentar la concienciación sobre la amenaza que suponen los vectores y las enfermedades vectoriales, y animar a las familias y a las comunidades a que adopten medidas de protección. La campaña contará con una amplia difusión de información en las comunidades. Como las enfermedades vectoriales empiezan a sobrepasar sus fronteras tradicionales, es necesario que las medidas se amplíen más allá de los países en los que actualmente medran estas enfermedades.

viernes, 4 de abril de 2014

Home / Editorial / Opinión / Abril, herencia del calendario romano
Dr. Oscar Flores Torres
Por Dr. Óscar Flores
El origen del nombre de este mes todavía causa polémicas entre los historiadores. Si bien la tradición otorga su origen en la época del mítico primer rey romano, Rómulo, su inicio y significado está todavía en discusión por nosotros los historiadores.
En efecto, es en el siglo IV antes de Cristo, cuando los historiadores romanos empiezan a ubicar el origen del calendario y la necesidad de ajustarlo a las estaciones anuales, tal y como las conocemos hoy. Si bien sabemos las reformas hechas por Julio César (calendario Juliano, que sobrevivió hasta bien entrado el siglo XX, recordemos que Rusia lo mantuvo hasta 1918), no pasa lo mismo con su funcionamiento siglos atrás.
El calendario antiguo es atribuido a Numa, sucesor de Rómulo. Aunque nuevas investigaciones muestran que realmente el calendario romano tiene una fuerte influencia de los reyes etruscos que gobernaron esta ciudad/nación. Son los etruscos los que transforman el calendario lunar latino atribuido a Rómulo, y heredado por Numa, a un calendario solar de influencia etrusca.
Se preguntará estimado lector(a), cómo sabemos los historiadores esta diferencia en esta época arcaica entre un calendario solar y uno lunar. Pues es simple, las fases lunares son claras en el calendario anterior a los etruscos. Vemos las kalendae, el primer mes, los idus, el día de la luna llena y las nonae, el día del cuarto creciente.
Así fue como el calendario heredado a Numa contaba con 10 meses. Iniciaba en marzo y finalizaba en diciembre (los meses de enero y febrero serían incorporados después). En efecto, este calendario lunar tenía el mes lunar sinódico equivalente a 29 días y medio (29´53059). Esto implicaba 295 días, pero distribuidos no como los conocemos ahora. Ellos distribuían de acuerdo al historiador Plutarco, 29 días en cada uno de los primeros seis meses, mientras los cuatro restantes tenían 31 días. Debido a que con el pasar de los años el calendario entró en graves desfases en tiempo -y que en consecuencia impactaba las temporadas agrícolas-, los romanos agregaron dos meses más. Estos fueron, enero (Ianuarius, viene probablemente de ianua, puerta, entrada) y febrero, con lo cual el mes de abril pasó de ser el segundo mes del año al cuarto mes del nuevo calendario.
Se piensa que abril, puede ser el mes dedicado a Afrodita/Venus. Aunque algunos historiadores lo relacionan con apreriere, o sea con la primavera, y el inicio de la estación que lo “abre todo”.
Sin embargo, el viejo calendario romano sufrió numerosas reformas a fin de compaginar ambos calendarios, el solar y el lunar.
Sería hasta la creación de un nuevo calendario elaborado durante la época en que Julio César era Pontifice Maximus y quien con ayuda del astrónomo Sosígenes de Alejandría, decidieron alargar al año -conocido por nosotros como 46 A.C.- a 445 días, a fin de corregir el error existente. En efecto, se repitió una misma fecha 81 veces. Ese año pasó a la historia con el nombre de annus confusionis.

Dr. Óscar Flores
Director del Centro de Estudios Históricos de la UDEM
Dr. en Historia Contemporánea / Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, y premio nacional de Historia “Salvador Azuela” en 1994.
Autor de numerosas obras de historia / Ha sido invitado en History Channel y colaborado en los programas “México, Nuevo Siglo” y “Discutamos México”.
Share this Post:

jueves, 3 de abril de 2014

Muere el historiador Jacques Le Goff a los 90 años
EFE | El Universal, México
Martes 01 de abril de 2014

El francés transformó con sus investigaciones la manera de entender y conocer la Edad Media
http://viediscampo.com/WordPress/wp-content/uploads/2010/02/Jacques-Le-Goff.png 

El medievalista Jacques Le Goff, uno de los más grandes historiadores e historiógrafos franceses, que transformó con sus investigaciones la manera de entender y conocer la Edad Media, murió hoy a los 90 años, informaron sus familiares al diario Le Monde.
Heredero de la llamada Escuela de los Annales, fundada en 1929 por Lucien Febvre y Marc Bloch, Le Goff fue en la década de los años 70 del siglo XX uno de los promotores de la "Nueva Historia", con la que intentó comprender mejor el pasado, y el presente, gracias al estudio global de la historia, la antropología y el conjunto de las ciencias sociales.
Gran pluma, además de gran historiador, el autor de obras monumentales como Saint Louis (1996) impulsó la antropología histórica, la "Nueva Historia", para explicar el conjunto de las sociedades históricas, incluidas sus dimensiones materiales y espirituales.
Desde esa plataforma arraigó la idea de que para "hacer historia" era preciso interesarse no solo en la geografía, sino también en la literatura, la filosofía, el universo jurídico, la vida privada, las mentalidades o las sensibilidades del momento estudiado.
Faut-il vraiment découper l'histoire en tranches? (¿Es verdaderamente necesario cortar la historia en partes?) fue, en 2014, uno de los últimos trabajos de Le Goff, nacido en 1924 en Toulon, en el sureste de Francia.
Su precoz descubrimiento del universo medieval se produjo a los 12 años, con la lectura de Ivanhoé, de Walter Scott, y de Histoire de France, de Jules Michelet.
Marcaron luego su destino el encuentro con el profesor del islam medieval Maurice Lombard, a quien consideró siempre su gran maestro, quien le presentó a Fernand Braudel, director de la VI sección de la Escuela Práctica de Altos Estudios, futura Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS), una institución en la que comenzó a dar clases en los años 60 y en la que sucedió a Braudel en 1972.
Entre otras obras, Le Goff es el autor de Les intellectuels au Moyen Age (1957), Pour un autre Moyen Age: temps, travail et culture en Occident (1977), Histoire et Mémoire (1988), La vieille Europe et la nôtre (1994), L'Europe est-elle née au Moyen Age" (2004), À La recherche du temps sacré, Jacques de Voragine et la Légende dorée (2011) y Saint François d'Assise (2013).
Director de la colección Faire l'Europe, traducida en los diferentes idiomas europeos, el historiador era igualmente gran divulgador radiofónico, desde el programa "Lundis de l'histoire", de la emisora France Culture.
La ministra de Cultura Aurélie Filippetti rindió homenaje en un comunicado a esa "figura principal" del paisaje intelectual francés, que en más de 60 años de investigación, publicaciones y enseñanzas, "contribuyó de manera excepcional" al enriquecimiento del conocimiento y del progreso de la ciencia histórica.
Filippetti glosó su pasión por la Edad Media y su manera de estudiar todas sus dimensiones, en la tradición de la Escuela de los Annales, de las grandes figuras históricas a "los movimientos más secretos de la historia", como las transformaciones económicas, de las familias de intelectuales y de la espiritualidad.
La ministra recomendó, en particular, la lectura de La civilisation de l'Occident médiéval (1997), que consideró "culminación magistral de sus investigaciones" y obra indispensable para comprender el período histórico al que Le Goff dedicó su vida.